Luz en el lado oscuro


Ser padre es, al menos para mí, la experiencia más bonita y enriquecedora de mi vida. Podría afirmar que en estos últimos 15 meses mi cuota de felicidad ha estado más que abundante. Aun así, y seguro que más de un padre o madre estará de acuerdo conmigo, muchas veces parece que tus días se envuelvan como unos auriculares en el bolsillo, llegando a ser un completo desastre.

Este desgaste, a pesar de ser lógico, se impregna encima y te arrastra, de manera inevitable, hacia un fondo que es capaz de trastornarte. Y es entonces cuando, creyendo tocar un fondo que no sabes que está mucho más abajo, valoras y entiendes diferentes cosas. Entiendes que uno "no te preocupes", un "por favor" o bien un "gracias" pueden ser un salvavidas. Entiendes que detrás de cualquier actitud, hay una historia. Entiendes que nadie es tan importando cómo para no ser amable. Y, sobre todo, entiendes que el amor, ya sea de tu pareja, de tus padres, de los amigos o de tu hijo que te da un "mmmua" antes de dormir es lo más mágico y, a la vez, el más preciado que nos podemos encontrar estos días entre nuestras vidas.

Así que hoy, en uno de los días no tan buenos de ser padre, quiero dar gracias a todos aquellos que me han visto sin fuerzas y que, de manera intencionada o no, me han dado su energía para superar mi día. Y, sobre todo, gracias Arnau por hacerme crecer y darme cuenta que todo el que necesitamos en este loco mundo es amor.